
A la orilla de un pozo,sobre la fresca yerba, un incauto Mancebo dormía a pierna suelta. Gritóle la Fortuna : «Insensato, despierta; ¿no ves que ahogarte puedes, a poco que te muevas? Por ti y otros canallas a veces me motejan, los unos de inconstante, y los otros de adversa. Reveses de Fortuna llamáis a las miserias; ¿por qué, si son reveses de la conducta necia?»
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